Asociación entre marihuana y mayor riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares

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El consumo de marihuana, considerado por muchos como una práctica de bajo riesgo, ha sido vinculado a un aumento significativo en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según revela un amplio análisis de datos médicos a nivel internacional. Los resultados indican que el consumo de cannabis puede duplicar el riesgo de morir por enfermedad cardíaca, al tiempo que incrementa en un 29 % la probabilidad de sufrir un infarto de miocardio y en un 20 % la de padecer un accidente cerebrovascular.

La investigación, que revisó información obtenida de 2016 a 2023 sobre millones de personas, principalmente entre los 19 y 59 años, resalta que muchos de los casos analizados involucraban a individuos jóvenes, sin historial previo de enfermedades cardíacas ni factores de riesgo convencionales. Este descubrimiento enfatiza la necesidad de reevaluar la percepción pública sobre la seguridad del cannabis, especialmente en su uso recreativo o frecuente.

Impacto del humo y métodos de consumo en la salud cardiovascular

Uno de los aspectos mencionados por los especialistas es el modo en que se utiliza la marihuana. Aunque las investigaciones analizadas no detallan si los participantes fumaban, vaporizaban, consumían oralmente o usaban productos de aplicación cutánea, la información epidemiológica indica que la mayoría de los casos estaban asociados al consumo por inhalación. Similar al tabaco, fumar marihuana genera una combustión que produce partículas nocivas, compuestos cancerígenos y sustancias que impactan directamente en los vasos sanguíneos, incrementando el riesgo de coagulación y daño vascular.

Los efectos perjudiciales del humo de cannabis en comparación con el humo de tabaco generan preocupaciones significativas sobre la exposición al humo de segunda mano, particularmente en lugares donde estos productos no están regulados. Asimismo, el consumo de concentrados de cannabis, como los dabs o los vaporizadores con alta concentración, complica el escenario pues contienen niveles de tetrahidrocannabinol (THC) considerablemente superiores a los de épocas pasadas.

Los comestibles tampoco están exentos de riesgos

Al contrario de lo que muchos piensan sobre que los alimentos con THC son una opción menos peligrosa, estudios recientes también han encontrado que su ingesta está asociada con primeros signos de problemas cardiovasculares. De acuerdo con investigaciones recientes, la función de los vasos sanguíneos se ve considerablemente afectada tanto en fumadores de marihuana como en consumidores de productos con THC, lo que indica que el efecto no se restringe únicamente a la combustión.

El deterioro de la salud vascular asociado a estos productos se manifiesta en alteraciones en la circulación sanguínea, mayor rigidez arterial y efectos inflamatorios, todos ellos factores que contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.

Incremento de la potencia del THC y mayor riesgo de adicción

Otro elemento preocupante es el incremento sostenido de la potencia de los productos de cannabis disponibles en el mercado. Las variedades actuales contienen niveles de THC muy superiores a los de hace 50 años, con concentraciones que pueden alcanzar hasta el 99 % en algunos extractos. Esta mayor potencia no solo está asociada a un aumento del riesgo cardiovascular, sino también a un incremento en los casos de adicción, psicosis inducida por cannabis y otros efectos neuropsiquiátricos.

Estudios recientes indican que aproximadamente el 30 % de las personas que consumen marihuana podrían experimentar un trastorno relacionado con el uso de cannabis, lo cual conlleva una adicción que puede tener impactos físicos, psicológicos y sociales. El peligro es mayor entre quienes lo utilizan frecuentemente y aquellos que consumen productos con alta concentración.

Consecuencias para la salud pública y el papel de la regulación

El panorama actualizado por estos descubrimientos ha generado solicitudes desde el sector médico y científico para revisar las estrategias regulatorias y educativas relacionadas con el uso de cannabis. La prioridad, de acuerdo con los expertos, debería enfocarse en la información sobre salud, el etiquetado de advertencias y la integración de estos riesgos en las evaluaciones clínicas habituales, de manera similar a cómo se manejan el tabaco o el alcohol.

También se ha planteado la necesidad de orientar campañas de salud pública hacia audiencias jóvenes, quienes constituyen uno de los principales grupos de consumo y, en muchos casos, desconocen los efectos a largo plazo que el uso continuo de cannabis puede tener sobre el sistema cardiovascular.

Una alerta que reconfigura el debate sobre el cannabis

Los hallazgos recientes cambian la percepción clásica del cannabis como una sustancia sin riesgos significativos para la salud. En lugar de ser inofensivo, su uso regular, especialmente en formas potentes o fumadas, puede llevar directamente al desarrollo de enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares, incluso en individuos jóvenes y aparentemente saludables.

En este contexto, se refuerza la importancia de un enfoque preventivo, basado en la información veraz y en la supervisión médica adecuada. Reconocer los riesgos asociados al cannabis es fundamental para proteger la salud pública y fomentar decisiones informadas en un entorno donde su legalización avanza rápidamente en diversas regiones del mundo.

Por Ismael A. Acosta J.