Sáb. Abr 27th, 2024

    (CNN Español) — La isla de Malpelo, un oasis en medio del Pacífico, es un ejemplo de cómo el trabajo bien hecho da resultados: en momentos en que el mundo enfrenta un grave crisis de la biodiversidadesta alegría colombiana es un refugio para la flora y la fauna —en especial para los tiburones, claves para la salud de los océanos— donde, además, se hace ciencia y hasta se permite el ecoturismo sostenible.

    Un «oasis» del Pacífico

    La isla de Malpelo es un «oasis» en medio del Océano Pacífico, según CNN Sandra Bessudo, quien ha dedicado su vida a trabajar en la zona: es «el pico de una única cordillera volcánica submarina cuyas paredes descienden hasta 4.000 metros de profundidad y la parte más alta se encuentra a 300 metros sobre el nivel del mar».

    La isla alberga una rica biodiversidad. Allí, por ejemplo, vive la mayor población de piqueros de Nazca, así como especies endémicas de lagartos y cangrejos. Debajo del agua hay formaciones coralinas y, asociadas a este ecosistema, especies de peces de arrecife. Y también habitan múltiples especies de tiburones —martillo, sedoso, ballena— que son clave para la conservación de los océanos.

    Hoy, toda esta vida está fuertemente protegida. Pero no siempre fue así.

    La ubicación de Malpelo en la costa pacífica colombiana.

    «Así como vi las maravillas, también vi la destrucción»

    Bessudo es buzo. Fui a Isla Malpelo por primera vez en 1987 y quedé asombrado. “Me enamoré de este lugar”, dice, “pero también me detuve a ver los barcos pesqueros sacando toda su riqueza”. Entonces, no era un área protegida y “como verías las maravillas, también verías la destrucción”, datos.

    Así que tomé una decisión: hacer todo lo que estudié en mi poder para protegerla.

    Empezó a juntar firmas para pedirle al Gobierno que protegiera la declaración. Llegó a ser jefe del santuario de fauna y flora que allí existe, pero se dice que no contaban con los recursos necesarios. Entonces fui un paso más allá y lo creí. Fundación Malpelo y otros ecosistemas marinos para poder obtener los recursos para cuidar de ella según sea necesario.

    El esfuerzo de organizaciones como la de Bessudo, que trabajó en alianza con el Gobierno, ha dado frutos: hoy la isla de Malpelo –que desde 2006 es considerada Patrimonio de la Humanidad– está en la lista verde de la Unesco de áreas que han sido adecuadamente protegido.

    “El trabajo unido entre todos nos permitió realizar las acciones necesarias para realizar investigación y seguimiento, comunicación y educación ambiental, tener un ecoturismo sustentable y con buenas prácticas, obtener recursos económicos para la implementación de todas las acciones que se realizaron. en el área protegida», explica.

    El rol clave de los tiburones

    La isla de Malpelo es “un ecosistema lleno de vida, tanto en tierra como bajo el agua”, dice Bessudo. Y todos los seres vivos que lo habitan, desde el plancton hasta especies de gran tamaño como los tiburones, contribuyen a la salud de las aguas que aportan grandes servicios, entre ellos el oxígeno: aunque siempre hemos asociado los árboles a la generación de oxígeno, el agua también es fuente de este. elemento vital. Aproximadamente la mitad del oxígeno del planeta se produce en los océanos y gran parte de ese oxígeno en los océanos produce plancton.

    Pero la supervivencia de los tiburones está seriamente amenazada.

    Hay países que permiten la exportación de aletas de algunas especies de tiburón para abastecer los mercados asiáticos donde se encuentran sopas con este ingrediente, considerado un manjar, o para el uso de cartuchos en la industria cosmética, explica Bessudo.

    Las cifras en este sentido son claras: según el informe Planeta Vivo de WWF 2022, la abundancia de 18 de las 31 especies conocidas de rayas y tiburones oceánicos se ha reducido en un 71 % en los últimos 50 años. En consecuencia, el riesgo de extinción ha aumentado considerablemente. En 1980, luego de la organización, nuevas especies corrían el riesgo de extinción; para 2020, la cifra llega a 24.

    “Un océano sin tiburones no es un océano sano”, explica Bessudo. Son los «grandes reguladores» de la salud de los océanos que, por ejemplo, se alimentan de otras enfermedades ejemplares, «evitando epidemias en el mar».

    La presencia de tiburones en la isla es precisamente el mejor indicador de un buen cuidado.

    Ciencia y tecnología al servicio de la isla de Malpelo

    Una de las metas de la Fundación Malpelo para el futuro es continuar apoyando las expediciones científicas en la región. “La ciencia es lo que nos permite tener información para todos, para que los Gobiernos puedan tomar la mejor decisión posible”, resume Bessudo. Y continúa: “Estamos explorando las montañas submarinas. Son las montañas que se encuentran bajo el mar, que tienen mucha vida y que conocen muy poco”.

    La labor de su fundación, que se centró especialmente en los tiburones y especies pelágicas —que viven en aguas medianas o cerca de la superficie— echa mano además de la tecnología de punta. Utilizando, por ejemplo, la telemetría satelital y la telemetría acústica para comprender los movimientos y migraciones de estas especies.

    Y eso deja en claro que el trabajo no puede limitarse a una isla o incluso a un país porque las especies migran más allá de las fronteras nacionales. Esta información, explicó, es la que permitió impulsar la creación de nuevas áreas marinas protegidas.

    Nuestro momento para actuar

    Bessudo está convencida de que cada persona puede cuidar la conservación del planeta y pone tres ejemplos cotidianos de posibles acciones: hacer un uso responsable del agua, evitar el consumo innecesario de electricidad y eliminar adecuadamente nuestros residuos.

    “Es simplemente actuar. No podemos seguir hablando, hablando, hablando… este es el momento de actuar”, resume.

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